Cuando llegas a casa con tu recién nacido en brazos la euforia y la felicidad se entremezclan con las dudas, el cansancio, las repentinas ganas de llorar, el malestar y el sentimiento permanente de no tener ni idea de por dónde tirar. Tu bebé llora, pierde peso las primeras semanas, no te deja dormir más de tres horas seguidas... Y llega un momento en el que una, con sentimiento de culpabilidad, se llega a plantear - ¿esto va a ser así siempre? - con el temor de que se van a pasar los meses de baja maternal sin disfrutar realmente de esa felicidad desmesurada de la que habla todo el mundo.
Pues amig@s, dejadme que os adelante que sí que hay luz al final del túnel, que sí que se disfruta de ese bebit@ sin el cual ya no imaginas tu vida y que en unos meses ya una ni se acuerda de las penurias de las primeras semanas.
Que ser madre {y padre} te cambia la vida no es ningún secreto. Yo no me puedo sentir mas afortunada y orgullosa de la familia que hemos formado, Alejandro es un regalo maravilloso que nos ha dado la vida y mi amor por él va creciendo más y más cada día.
No obstante, esto es de lo que todo el mundo te habla antes de vivir en tus propias carnes la experiencia de la maternidad, ¿no?; de lo especial que va a ser, lo bonito, lo inolvidable, etc, etc, peeeeeero hay algunas cosas de las que nadie nos advierte antes de traer un bebé al mundo — probablemente para preservar a la especie humana jajaja — y sobre las que os voy a hablar a continuación.
1. Dar el pecho duele
La idílica y tierna imagen de una madre dándole el pecho a su recién nacido que todos tenemos en la cabeza no es en absoluto real. A todas las mujeres se nos agrietan los pezones, nos duelen, nos escuecen y, en el peor de los casos, hasta se nos infectan. Se trata de algo totalmente normal, la sensible piel de nuestros pezones tiene que curtirse y, hasta que ese momento llega, cada vez que des de mamar sentirás un dolor agudo y punzante. Hay que respirar hondo y pensar que todo pasa.2. No somos súper mujeres, necesitamos ayuda
Parece mentira que una cosa tan pequeña y que se supone que lo único que hace es comer y dormir requiera tantísima atención y tiempo. Especialmente si das el pecho —más que nada porque nadie más puede reemplazarte en dicha labor—, las primeras semanas transcurren entre toma y toma, se pierde la noción del tiempo y parece que tu vida se reproduzca en bucle. Por lo que apenas se tiene tiempo {ni ganas} para nada más.La comida, la casa, la compra, etc. tienen que pasar a ser responsabilidad de otra persona hasta que las aguas vuelvan a su cauce.
3. La fatiga se instalada de forma permanente en nuestras vidas
Dormir 8 horas seguidas pasó a la historia y durante el día un bebé requiere tales atenciones, mimos, cuidados, etc. que el cuerpo y la mente no descansan ni un instante. Cuando el bebé duerme, queremos aprovechar para, a contrarreloj, hacer todas esas cosas que tenemos en el tintero.Lo peor del cansancio crónico es que sabes que no es algo pasajero. Vamos, que no es como cuando salías de fiesta en la universidad e ibas a clase al día siguiente sin dormir pensando - esta tarde me echo la mona y listo -. Nuestros bebés no entienden de fines de semana ni de horas de descanso, por lo que al cabo de un tiempo el cuerpo se habitua al cambio de ritmo de vida y tú lo asumes como algo normal.
4. Salir de casa se convierte en toda una hazaña
Cuando terminas de darle la toma a tu bebé, ducharte, preparar su bolsa de Mary Poppins con todos los "por si acaso", vestir a tu bebé, desvestirlo y volver a vestirlo porque se ha cagado o vomitado la leche y, por fin, estás lista para salir por la puerta de casa, lo más probable es que ya sea la hora de la siguiente toma.
5. Las relaciones sexuales pasan a la historia
{Mamá, no leas esto}. Ni cuarentena ni porras. Pasada la cuarentena lo más probable es no tengas el cuerpo, la líbido ni la energía para retomar las relaciones íntimas con tu pareja que, por el contrario, estará deseando volver a disfrutar de esos instantes para los dos. Aquí, como en todo, paciencia y mucha comprensión. La vida en pareja no empieza ni termina aquí.6. El sentimiento de culpabilidad se convierte en tu peor enemigo
Desde el día en el que nace tu bebé, comienzas a cuestionarte absolutamente por todo y nunca estás 100% satisfecha con las decisiones que tomas con respecto a su crianza porque siempre te ronda la duda de si lo estás haciendo bien. Cada día aparece un nuevo dilema que sólo tú y tu pareja tenéis el poder y el derecho de resolver. Todo el mundo opina; tu madre, tu suegra, tus amigas, la vecina, hasta la señora que va sentada en la cuarta fila del avión y tiene su propia teoría de cómo calmar el llanto de tu bebé. Finalmente, mi consejo es simple y llanamente seguir nuestro propio instinto. Cada bebé es diferente, al igual que cada familia.¿Que te parece vital que vuestro bebé duerma con vosotros hasta que decida por si mism@ que necesita su propia habitación? Pues mételo en la cama contigo. ¿Que, por el contrario, prefieres que se acostumbre lo antes posible a dormir en su dormitorio? Pues ponlo a dormir en su habitación en cuanto te parezca conveniente. Aquí no hay una fórmula mágica ni truco que valga.
7. Los bebés no vienen con un pan debajo del brazo
¡Y menos en Suiza! Pañales, medicinas, seguro médico, guardería... Ciertamente, nosotros nos encontramos en una situación muy particular; vivimos en uno de los países más caros del mundo y sin ningún tipo de ayuda familiar, por lo que no tenemos más remedio que dejar a Alejandro al cuidado de terceras personas y creedme si os digo que las tarifas de las guarderías de aquí son de escándalo. Por lo que nuestro presupuesto para ocio y viajes y nuestra capacidad de ahorro se han visto drásticamente reducidos.No está de más plantearse antes de tener un bebé la situación económica de la pareja y los gastos a los que tendréis que hacer frente una vez llegue vuestro hij@ al mundo.
8. El cuerpo ya no vuelve a ser el que era
Elsa Pataki, Michelle Bundchen, Pilar Rubio... y toda la sarta de celebrities que nos venden las revistas del corazón como 'fit mums' no existen en la vida real. Las mujeres de a pie no tenemos entrenadores personales, ni nutricionistas, ni estilistas y prácticamente ni tiempo para ir al gimnasio. A mí todo el mundo me dice que no parece que haya tenido un bebé de lo bien que me he recuperado pero yo conozco mi cuerpo y tras siete meses todavía no ha vuelto a ser el que era. Todavía conservo mi barriguita de cuatro meses y tengo una larga colección de pantalones y faldas que no logro enfundarme. No sé si algún día recobraré mi vientre plano, pero 'hey' este cuerpecito ha engendrado un ser humano y no puedo sentir más admiración y respeto hacia él.Me encanta haber podido compartir esta reflexión con vosotr@s justo antes de celebrar mi primer día de la madre porque hasta que no lo experimentas por ti misma, no puedes imaginar el sacrificio tan grande que conlleva la maternidad. Por lo que madres del mundo, ¡brindo por vosotras! ¡Feliz día!
"La maternidad es el trabajo más difícil del mundo, pero también el más gratificante"
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